Los grillos nos
“cantan“ la temperatura
El mundo animal nunca deja de sorprendernos y recordarnos que pese a los avances tecnológicos, ellos, los animales, han tenido millones de años más que nosotros para adaptarse al medio.
Todos los seres de la
naturaleza están sujetos y condicionados por los cambios del entorno, pudiendo
ser más o menos sensibles o reactivos a ellos, pero en el caso de los grillos
se da una circunstancia muy curiosa y es que pueden no sólo avisarnos de los
altibajos de la temperatura, sino decirnos casi con exactitud los grados.
Aunque cada vez hay
menos, por el abuso de herbicidas y plaguicidas en las
zonas verdes de las ciudades y los campos, uno de
los sonidos más característicos de los atardeceres y noches de verano es el “canto” de
los grillos.
Ese
característico “cri-cri-cri” recibe
en realidad el nombre de estridulación y se trata de un sonido
rítmico que logran producir al frotar sus élitros, que es como los entomólogos
nombran a las alas externas de estos insectos ortópteros de color marrón a
negro y de hábitos nocturnos.
Esta estridulación es tan potente,
que supone uno de los sonidos más agudos de cuantos consigue generar un ser
vivo. La emiten algunos
machos para marcar su territorio y atraer a las hembras durante el período de
celo. Si algún macho se atreve a entrar en el territorio de otro, habrá pelea
seguro, ya que los grillos son terriblemente agresivos.
Pero además de
permitir la comunicación entre los miembros de la especie, el estridular de los
grillos también contiene una sorprendente información encriptada. Un mensaje
que puede resultarnos muy útil para calcular la temperatura exterior.
Ocurre que el
organismo de estos insectos, como el de los reptiles por ejemplo, interactúa de
manera directa con la temperatura que les rodea, acelerando o reduciendo los
ritmos vitales de su metabolismo. Si la temperatura no es muy alta, el canto es
más lento y espaciado, en cambio si hace más calor el sonido es más vigoroso y
acelerado.
Para intentar
calcular la temperatura exterior a través del canto del grillo debemos elegir a
un individuo para, sin causarle molestia ni anunciar nuestra presencia (se
callaría al instante) contar el número de notas que emite durante un minuto. Es
aconsejable coger papel y lápiz y anotar una rayita por nota, porque pueden ser
muchas.
Luego
se suman todas las notas emitidas, se divide la cifra por cinco y se le resta
nueve. Suena a broma, pero lo cierto es que, si hemos realizado bien los
cálculos, el resultado se aproximará mucho a la temperatura ambiente, expresada
en grados centígrados, que marcará el termómetro de nuestra terraza, porche o zaguán. Esta sería la fórmula más
sencilla:
Temperatura aire (ºC)= (cantos por
minuto/5)-9
Existe
también otra fórmula más compleja aunque más exacta. Es la que se conoce como
la Ley de Dolbear. El físico y profesor universitario estadounidense Amos
Dolbear hizo su descubrimiento tras observar el canto de los grillos. Sus
trabajos fueron publicados en 1987 en 'The American Naturalist' bajo el título
de 'The Cricket as a Thermometer' (El grillo como termómetro). La formulación
sería la siguiente:
Para simplificar los cálculos y que resulte más fácil es mejor utilizar la primera ecuación. Sin embargo, el principal inconveniente es conseguir contar de forma precisa todos los chirridos emitidos por el grillo en el espacio de un minuto. Lo mejor es realizar dicha cuenta en un intervalo de 10 segundos y acto seguido multiplicar por seis el resultado, o bien contar los chirridos cada 15 segundos y multiplicarlos por 4. Cualquiera de estos métodos es más cómodo que estar un minuto entero apuntando chirridos.
Para tener más éxito
en la operación hay que tener en cuenta que el canto de los grillos es más
intermitente durante el día y puede deberse a otros condicionantes, como la
disputa o peleas entre machos. Es al atardecer o por la noche cuando nuestros
amigos, los grillos ofrecen mejores condiciones para el experimento.
Finalmente
debes saber que es a partir de los 15ºC cuando los grillos empiezan a emitir su
clásico “cantar”, así que si estás durmiendo y escuchas el «cri-cri» de un
grillo es que la temperatura exterior es igual o superior a los 15 grados. Ahora
bien, estos insectos tienen sus limitaciones, si hace mucho calor y se superan
los 36ºC disminuyen sus chirridos, y a partir de los 40ºC dejan de cantar.
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