¿CÓMO FUNCIONA EL FRAILE DEL TIEMPO?
Seguramente hayas
visto alguna vez a este monje que es capaz de predecir el tiempo. Puede que,
incluso lo tengas en casa. Este noble y santo anciano, con una bola del mundo y
un par de libros como únicas pertenencias, puede informarte a corto plazo sobre
el tiempo que va a hacer con un simple movimiento de su varita.
El artilugio, que fue
creado en 1894 por Agapito Borrás Pedemonte, es en realidad un higrómetro que
mide la humedad del ambiente. El brazo del monje subirá o bajará indicando en
la pared de su convento los diferentes estados del tiempo: seco, revuelto,
viento, bueno, inseguro, ventoso, húmedo o lluvia.
Su funcionamiento es
sencillo a la par que insólito: dentro del cuerpo del fraile hay cabellos
humanos (dicen que de mujer porque son más sensibles a la humedad) o de crin
caballo. Hay también algunos modelos que llevan cuerda de tripa. Dependiendo de
la humedad relativa de la atmósfera, los cabellos se encogerán o dilatarán, y
harán mover el brazo para que señale al lugar correspondiente así como cubrirse
o no con la capucha para protegerse de la intemperie. Puesto que, normalmente,
un cambio de humedad significará también un cambio de presión, nuestro amigo el
fraile acabará aventurando los cambios de tiempo como si de un barómetro se
tratara.
Al igual que le
ocurre a otras fibras naturales, el cabello es muy sensible a la humedad en el
ambiente: cuando absorbe agua se estira y cuando se seca tiende a acortarse. Las
personas que llevan el pelo largo, saben por experiencia propia cómo se les
riza el cabello y adquiere volumen cuando la humedad ambiental es elevada.
La efectividad del
fraile a la hora de indicar un cambio atmosférico depende en gran medida de lo
bien ajustado que esté, para lo cual es recomendable cada cierto tiempo
calibrarlo con ayuda de un higrómetro convencional.
Tras haber explicado este
sencillo mecanismo, parece que la predicción del tiempo es algo fácil. En
realidad no lo es tanto. Para obtener una buena predicción del tiempo y del
estado de la atmósfera no basta con mirar uno de estos decorativos e ingeniosos
monjes del tiempo. Se necesitan instrumentos más precisos, de los que,
afortunadamente, disponemos hoy en día, y aun así el tiempo resulta a veces
impredecible.
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