CLIMATOTERAPIA O EL
CLIMA COMO MEDICINA
Quien no ha escuchado hablar alguna vez, que antiguamente se recomendaba a personas que padecían alguna enfermedad, ir hacia lugares más cálidos o a la montaña, por ejemplo, para reducir sus síntomas y mejorar su calidad de vida.
La relación entre la persona y el lugar donde habita no es
nada nuevo. Desde la Grecia clásica se venían practicando tratamientos a base
de sol o de aire para combatir algunas enfermedades. Ciertas condiciones
climáticas como la temperatura, la pureza del aire o la exposición al sol,
combinadas de una determinada manera, mejoran la salud: es la climatoterapia.
Esa relación hombre/ambiente/clima ya era tenida en cuenta por
tanto en los tiempos más remotos y eran comunes los consejos para las personas
que sufrían de las diversas afecciones del pulmón, por ejemplo, que buscasen
ciudades localizadas en montañas, con el fin de acelerar el proceso de
curación.
Actualmente no existe ninguna duda con respecto a la
influencia del medio ambiente sobre el hombre. En ese contexto se inserta la climatoterapia,
es decir, un método terapéutico que intenta curar determinadas enfermedades a
través de la exposición del enfermo a las condiciones climáticas adecuadas a su
caso.
La climatoterapia es pues una disciplina que se encarga de
establecer la relación que existe entre el clima de una zona y el tratamiento
de enfermedades o dolencias. Se trata de adecuar los elementos que definen el
clima de un lugar, como la temperatura, la humedad, la presión atmosférica, las
precipitaciones, el viento, la radiación solar o incluso las cargas eléctricas,
junto a otras variables como la situación geográfica, la altitud o la
proximidad al mar, para tratar de curar las dolencias de un enfermo
exponiéndole a las condiciones climáticas más apropiadas en cada caso.
Actualmente los médicos saben cómo los climas pueden ejercer
efectos calmantes o tonificantes, estimulantes o depresivos. Esta disciplina es
eficaz en dolencias de carácter crónico, aunque, en estos casos, la
climatoterapia es más bien un alivio que una curación. Sin embargo, hay otro
tipo de enfermedades para los que el clima puede ser determinante en su
curación.
Las patologías que más frecuentemente recurren a este tipo
de cura suelen ser las de carácter crónico, como el asma, las insuficiencias
cardíacas y respiratorias, la bronquitis y el reumatismo. Aunque las
posibilidades de recuperación total son escasas, se consigue que el paciente
alivie su estado nada más comenzar el tratamiento. Por el contrario, otras
enfermedades que sí obtienen resultados mucho más satisfactorios son la
astenia, la anemia, los padecimientos de agotamiento físico o mental, el
raquitismo, las afecciones ósea en general, la tuberculosis, la psoriasis... en
donde un buen número de pacientes mejoran ostensiblemente.
Teniendo esto en cuenta, en líneas generales si lo que
padecemos es anemia nuestro clima será el de montaña. La anemia supone que
nuestro porcentaje de glóbulos rojos en la sangre está por debajo de lo normal,
por lo que al trasladarnos a la montaña estimulamos la producción de glóbulos
rojos.
Los factores climáticos son determinantes en los casos de
enfermedades respiratorias. Para los pacientes con asma, cuya respiración es
difícil, no son beneficiosos elementos como la contaminación del aire, el polvo
en suspensión o los cambios bruscos de las condiciones meteorológicas. En estos
casos, lo mejor es un clima cálido y de baja altitud.
Igual sucede con los pacientes que sufren insuficiencia
respiratoria, que experimentan una mejoría en lugares de baja altitud, ya que
la presión parcial del oxígeno es mayor a nivel del mar. Esto supone que el
aire cuenta con más oxígeno, facilitando la respiración.
En el caso de la bronquitis crónica se empeora con un clima
frío y húmedo o cuando aumentan las concentraciones de polvo y contaminantes
del aire. Es recomendable acudir a zonas donde el clima sea seco y el aire esté
limpio, y resulta beneficiosa la exposición al sol y al calor.
Estos consejos son a título únicamente orientativo y no
deben ser tomados al pie de la letra, sino siempre bajo prescripción médica y
en función de cada persona.
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