viernes, 28 de octubre de 2016

CANDILAZOS O ARREBOLES


CUANDO EL CIELO SE TIÑE DE ROJO

Una de las primeras cosas que hacemos cada día es mirar a través de la ventana de casa para contemplar el cielo matutino. Las nubes, si las hay, nos permiten hacer una evaluación rápida del tiempo que podemos esperar a la hora de prepararnos para salir a la calle. Aparte de esto, la salida del sol por el horizonte, lo mismo que la puesta, tiñe a veces la atmósfera de unas tonalidades cálidas (anaranjadas y rojizas) que causan nuestra admiración, especialmente cuando estamos en el campo, la montaña o a la orilla del mar.


 
¿Quién no se ha dejado seducir alguna vez por una puesta de sol? En ocasiones, el cielo parece estar en llamas, iluminado por vivos colores rojizos, amarillos o anaranjados, lo que popularmente en jerga meteorológica recibe el nombre de “candilazo”. Palabra que el diccionario de la Real Academia Española define como “arrebol crepuscular”.
El candilazo o arrebol, es un fenómeno luminoso producido por la refracción y reflexión de la luz solar a través de formaciones nubosas, la cual proyecta múltiples tonalidades rojizas y amarillentas cuando el Sol ilumina un atardecer (o un amanecer) nuboso. Son frecuentes en primavera: cuando las tormentas pierden fuerza, el astro rey ilumina las nubes que quedan en el cielo. Lo hace además con luz rojiza porque entonces el Sol está bajo en el horizonte y la luz tiene que atravesar un tramo mayor de la atmósfera, por lo que la dispersión hace que nos llegue de este color.
Al atardecer, el camino que la luz solar recorre dentro de la atmósfera hasta llegar a nosotros es más largo, por lo que los rebotes sucesivos entre pequeñas gotas de agua y partículas de polvo suspendidas es mayor, hacen que la luz acabe casi totalmente difundida, y que incluso la parte amarilla, aumente. Sólo los rayos rojos, que menos se desvían, siguen un camino casi rectilíneo. De ahí el color rojo o incluso rosa del atardecer, que suele coincidir con días despejados de mayores presiones atmosféricas. Al amanecer, este efecto no es tan pronunciado al haber una menor concentración de polvo en la atmósfera, ya que éste se ha depositado en el suelo durante la noche debido a una mayor humedad por la menor temperatura.
 
Los cielos arrebolados vespertinos, a veces suelen anunciar cambios atmosféricos para las próximas horas. El refranero está plagado de referencias a estos cielos encendidos, considerados por la gente del campo como una señal de cambio de tiempo, por eso en muchos lugares es común oír refranes asociados a este fenómeno: (“Candilazo al atardecer, agua al amanecer”) o su contrario: (“Arreboles al ocaso, a la mañana el cielo raso”).

miércoles, 19 de octubre de 2016

FOBIAS


LAS FOBIAS METEOROLÓGICAS





El ser humano no siempre es racional. En ocasiones nuestro cerebro sufre de manera injustificada, y crea miedos donde en realidad hay una situación habitual. Todo el mundo conoce a alguien que teme a las arañas, a los ratones, a las alturas, etc. Pero, ¿sabías que fenómenos meteorológicos tan comunes como los rayos, los truenos, o la lluvia pueden generar ansiedad en algunas personas?
El tiempo atmosférico influye, en mayor o menor medida, en nuestra vida, en nuestro carácter, humor, personalidad, etc… Este es un hecho constatado, pero aún hay más, algunas personas son muy sensibles a las variables meteorológicas y sobre todo a sus cambios.
Muchas son las personas que tienen miedo, pánico y fobia a volar. Otras tienen pavor a ciertos insectos como las cucarachas, arañas o serpientes, por poner algunos ejemplos. Ponerse una araña sobre las manos es algo insuperable para personas sensibles a estos animales: les tienen fobia. Y no digamos nada de las personas claustrofóbicas: no pueden verse encerradas entre cuatro paredes. Pero ¿qué es la fobia?
La palabra fobia deriva de la voz griega FHOBOS, que significa horror, miedo, aversión apasionada que las personas sienten  hacia los seres animados y/o cosas. Son cuadros neuróticos que se caracterizan por el miedo intenso e irracional ante un objeto o situación y se acompañan de conductas y reacciones llamativas. La fobia es más que miedo.
Fobias hay muchas y de muchos tipos. Anteriormente citamos algunas de las fobias más conocidas pero ¿existen fobias de origen meteorológico o climatológico? La respuesta es SI.
Algunas personas tienen miedo a la presencia de rayos y truenos. Sólo oír el ruido de una descarga eléctrica les causa pavor. Tenerle miedo a las tormentas, con sus truenos y relámpagos, es bastante normal, siempre y cuando no se convierta en una obsesión enfermiza. Otras tienen pánico  al andar entre nieblas espesas donde la visibilidad se reduce hasta límites insospechados y cualquier sombra o bulto les hace pensar en fantasmas o personajes terroríficos. Los meteoros, la luz o la oscuridad, el viento, el calor, pueden no solo causar trastornos significativos en algunos seres humanos (náuseas, vómitos, dolores de cabeza,  etc.) sino otros de tipo psíquicos que están asociados a miedos y temores desmesurados. Son las fobias meteorológicas.


La lista de fobias catalogadas relacionadas con meteoros atmosféricos es interminable. Existen decenas, tantas como posibilidades nos da la propia naturaleza A continuación nombramos sólo algunas de las más comunes:
Aclufobia: Horror a la oscuridad.
Anemofobia: Miedo al viento o a las corrientes de aire.
Aurorafobia: Miedo a las auroras boreales.
Brontofobia: Miedo a los truenos.
Ceraunofobia: Aversión a los truenos y rayos.
Eosofobia: Miedo al amanecer.
Heliofobia: Miedo al sol o a la exposición a él.
Homichlofobia: Miedo a la niebla.
Nefofobia: Miedo a las nubes.
Noctifobia: Miedo a la noche.
Ouranofobia: Miedo al cielo.
Pluviofobia u ombrofobia: Miedo a la lluvia.
Psicrofobia o criofobia: Miedo al frío extremo.
Quionofobia: Miedo a la nieve.

domingo, 16 de octubre de 2016

OLOR A TIERRA MOJADA


EL AROMA DE LA TIERRA MOJADA




Las precipitaciones de estos días, además de un leve refrescamiento y, una buena y necesaria regada, trajeron consigo otro efecto que producen las tormentas y que podemos disfrutar tras este periodo de tiempo seco: ese inconfundible aroma a tierra mojada que inunda el aire durante y después de la lluvia.
Aunque aún no está en el diccionario de la RAE, el olor a “tierra mojada” también se denomina petricor. Este término fue acuñado por dos geólogos australianos, Isabel Joy Bear y R. G. Thomas, en un artículo publicado en la revista Nature en 1964. Proviene del griego petros (piedra) e ikhôr (componente etéreo).  Según la mitología griega, se dice que el ikhôr es la esencia que corre por las venas de los dioses en lugar de sangre.
La responsable del agradable olor a tierra mojada que solemos percibir tras la lluvia es una bacteria inofensiva (bacteria de Albert) llamada científicamente Streptomyces coelicolor. Este microbio, productor de esporas, se encuentra en la mayoría de los suelos y produce una sustancia llamada geosmina, palabra de origen griego que significa “”aroma de la tierra”. Estos microorganismos al entrar en contacto con pequeñas cantidades de agua producen la liberación de la sustancia volátil responsable de este típico olor, que resulta agradable para casi todo el mundo. Y no sólo cuando llueve, sino cuando se riega un jardín, o unas macetas, por ejemplo.
La Streptomyces coelicolor es una bacteria beneficiosa para el  ser humano. Se emplea en una amplia gama de aplicaciones en la industria biotecnológica. Así, gracias al uso de estas bacterias se obtienen diversos antibióticos, entre ellos, agentes antibacterianos muy conocidos como la tetraciclina o la eritromicina, además de fungicidas y fármacos inmunodepresores.
Determinadas plantas también contribuyen a este fantástico aroma. Durante los periodos secos van dejando caer sobre las superficies cercanas sustancias aceitosas, que son volatilizadas cuando llega la lluvia. De esta forma los aromas se desprenden y contribuyen a formar el petricor.
Aunque quizás este olor no sea más que anecdótico y evocador para los seres humanos, para los camellos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Y es que los científicos sospechan, que esta molécula es detectada por sus receptores olfativos cuando estos animales viajan por el desierto, indicándoles que hay agua cerca. De confirmarse, explicaría por qué los camellos del desierto del Gobi son capaces de encontrar agua a más de 80 kilómetros de distancia.
En resumen, podemos decir que ese perfume que permanece suspendido en el aire después de la lluvia, es el resultado de la combinación de tres aromas diferentes, mezclados tras varias reacciones químicas y físicas: el ozono, cuyo olor puede recordar el del cloro, la geosmina, más intensa y parecida a un vapor de moho, que procede de las plantas y del suelo húmedo, y el petricor, que es fresco, dulce y suave, emitido principalmente por las rocas.
Por tanto, si las fragancias inolvidables que se respiraban en casa de la abuela ya no volverán, o si el olor de la hierba ya no es el mismo, puesto que muchos de nosotros vivimos en ciudades cubiertas de cemento, podemos consolarnos con el olor a lluvia que, según parece, no nos abandonará, percibiendo a través de él algo muy parecido al verdadero olor de la vida.

lunes, 3 de octubre de 2016

RESUMEN CLIMÁTICO DE SEPTIEMBRE 2016

RESUMEN CLIMÁTICO DEL MES DE SEPTIEMBRE 2016 EN LOS BARRIOS




Térmicamente, lo más destacado fueron las altas temperaturas alcanzadas durante la primera decena del mes. Estos altos registros, que sobrepasaron los 30°C durante seis días, han convertido este arranque de mes en uno de los más calurosos de los últimos veinte años.

Respecto a las precipitaciones, estas fueron muy escasas (2,6 l/m2), haciendo que  este mes de septiembre se haya marchado con un importante déficit pluviométrico junto a los restantes del año en curso.

Durante este pasado mes, hemos seguido con el predominio de los vientos de Levante (E/SE), que soplaron durante 19 días, convirtiéndose en estos últimos meses en un viento más habitual de lo esperado.

TEMPERATURAS

Centrándonos un poco más en las temperaturas, el mes de septiembre de 2016 ha tenido una temperatura media de 22,85°C. Esta cifra solo supone un aumento de 0,4°C con respecto a la media general para estos meses. No obstante, como ya comentamos anteriormente, los diez primeros días del mes fueron anormalmente calurosos debido a la entrada de una masa de aire muy seca y cálida de poniente. Durante estos días de final del verano astronómico, se alcanzó la temperatura máxima del mes, 35,1°C obtenidos el día 7 a las 15:33 h y soplando viento del NNO.

El día más frío fue el 18, cuando el termómetro descendió hasta 13,2ºC, que es el valor más bajo del mes de septiembre.



PRECIPITACIONES


En cuanto a las precipitaciones, el máximo acumulada en el mes de septiembre en Los Barrios ha sido de tan solo 2,6 l/m2, en dos únicos días de lluvia correspondientes al martes 13 con 2,2 l/m2 y el martes 20 con 0,4 l/m2.

Generalmente, los meses de septiembre en nuestro pueblo no suelen ser demasiados copiosos, pero este mes pasado fue excesivamente seco. En los últimos cincuenta años (1967-2016), la media de precipitación para meses de septiembre es de 30,8 litros. Por tanto la cifra recogida este año supone un 8,4% de lo que sería habitual, acumulando por consiguiente un déficit pluviométrico del 91,6%.

Con esta cantidad de precipitación tan escasa y unida a la de otros meses en los que también hubo pocas precipitaciones, acabó el año hidrológico 2015-2016, con tan solo 662, 2 l/m2, lo que supone otro año más de sequía, y ya van tres seguidos.
Con todos estos datos, el mes de septiembre de 2016, se sitúa como el decimocuarto más seco de los últimos 50 años, y el que menos precipitaciones registra desde el año 2005. Gran contraste con septiembre del año 2008, cuando llovió la friolera de 89 veces más que este año, convirtiendo a este mes como el más húmedo hasta el momento según se refleja en el gráfico de los meses de septiembre más lluviosos en Los Barrios.
VIENTOS
Septiembre del 2106 también ha sido un mes de Levante como lo fue agosto. Este viento tan habitual y característico de nuestra zona, nos acompañó durante 19 días, soplando sobre todo en su principal versión, que no es otra que la del Levante “surestao” (SE), aunque con menos fuerza y constancia que la del pasado mes.
 La velocidad media de los vientos de este mes fue 8,2 km/h, valor algo inferior al del mes pasado. La máxima velocidad alcanzada fue de 61,2 km/h, el día 29 a las 13:36 h y soplando lógicamente de dirección ESE. Esta ráfaga tan fuerte, como dato anecdótico, fue la causante de que se desplomara una de las palmeras en la Avenida A. Machado, causando algunos desperfectos en vehículos estacionados en la vía.
A parte de los vientos de componente este, durante el pasado mes no puedo faltar la presencia de los otros vientos habituales en Los Barrios y que además fueron los causantes de que se elevaran tanto las temperaturas en los primeros días del mes. Éstos nos son otros que los vientos de componente oeste. Estos vientos de Poniente, en su versión NO, sobre todo, nos acompañaron durante 11 días como se puede observar en el siguiente gráfico:

 
OTRAS VARIABLES
En referencia a la insolación, este mes hemos dispuesto de bastantes horas de sol, ya que dispusimos de 20 días despejados o poco nubosos. Los restantes días del mes se repartieron entre 9 días nubosos o muy nubosos y sólo un día en el que predominio de los cielos diurnos estuvo cubierto.
A continuación se muestran los gráficos con la evolución de la presión atmosférica y de la humedad durante el mes de septiembre. El valor máximo de la presión atmosférica fue de 1022,5 hPa el día 28 y el mínimo de 1011,9 hPa el día 7. La humedad marcó su valor más alto de 94% el día 4 y el mínimo fue del 21% el día 5.
 
Para finalizar este resumen y como ya viene siendo costumbre, insertamos una tabla-resumen de todas la variables climatológicas que fueron suministradas por la estación meteorológica situada en la zona este de Los Barrios (Santa Rosa).